Sencillez no es simplicidad, en el peor de los sentidos (el peor de los sentidos es el que nunca siente; es decir, el sinsentido). Sencillez es la Verdad de cada uno y del Uno Todo sin añadiduras ni adulteraciones. Lo "complejo" es lo propio del acomplejado, del que no reconoce ni siente ni vive la Sencillez. Y sin embargo nada puede superarla en complejidad (elaboración), precisión y belleza: Sencillez es lo espontáneo, en el Eterno Presente todo es espontaneidad. La mal llamada espontaneidad maliciosa no es verdadera espontaneidad, sino expresión programada en el estrecho cerebro de los mortales. La Sencillez no precisa de palabras, y sin embargo todas ellas juntas no podrían expresar siquiera un ápice de su mensaje, de su valor. Sencillez es el alma de la verdadera Educación, pues nadie es mejor educado que el hombre sencillo, transparente y auténtico. Gracias a la Sencillez, todo ese tesoro, toda esa abundancia, todo ese bienestar que le produce la conciencia de su Poder, está en sus manos, en su vida gozosa, en la de los suyos y en la de todos. En el Eterno Presente todos somos una gran familia, porque todos somos hermanos. Gracias a la Sencillez y al Poder de quien la reconoce y la vivifica, esta Alegría con la que etiquetamos este mes que ya concluye no dura sólo unos pocos días sino siempre, ni principia ni acaba. Y lo mejor de todo es que esta Sencillez no hay que descubrirla, inventársela o ganarla en alguna competición (esos son las religiones falsas, competiciones, como si fueran deportes), sino que es un don, un bien, que ya tenemos todos sólo por ser la Vida.
Jesús María Bustelo Acevedo
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miércoles, 8 de agosto de 2012
domingo, 5 de agosto de 2012
Veinticinco de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Hola, Dorian. Gracias por su amable carta. Como veo que eres una persona bastante joven (igual que yo, eternamente joven), permíteme que te tutee. Siempre es agradable recibir una carta así, aunque sea en el momento y en el lugar más inesperado y cuestione de una manera tan directa el valor y la eficacia de tu trabajo. Dorian, el cinismo nunca da respuestas a nada; nunca ofrece soluciones, sino una recreación, una prolongación, de los problemas. En la vida, por otra parte, nunca hay ningún problema que no sean aquellos que por propia voluntad hemos decretado que lo sean. No es aconsejable intervenir en la experiencia vital de cada uno; sin embargo, nunca puede ser malo promover doquiera una actitud positiva y constructiva en nuestras vidas; acompañada siempre, por supuesto, de un disfrute sano y profundo de aquello que resume todas las verdades: el Amor, el Amor en el Eterno Presente... El Amor, que es el Presente Eterno. Dorian, el tiempo existe si es eso con lo que de propia voluntad decidimos identificarnos; ¿qué prefieres tú: este tiempo caduco (con sus tres ingredientes que le son propios: miedo, dolor y culpa) o esta Eternidad placentera con todos sus atributos permanentes, amorosos y benéficos? Donde tú decidas, hacia allá tenderás. Incluso tú mismo identificas dónde está el dolor cuando dices: "Ojalá no existiera el tiempo, entonces no existiría todo ese dolor...". ¿Ves, Dorian? Tú no sabes lo mismo que yo: tú sabes más que yo. El que escribe no es más que un mensajero circunstancial: la sabiduría está en el que lee, él es el sujeto activo. El que escribe, escribe lo que tiene que aprender; el que lee, lee lo que ya sabe. Sabemos que en la realidad (la falsedad, desde la perspectiva del Eterno Presente) se cometen muchas injusticias: precisamente esa es la razón primordial para promover la identificación con el Eterno Presente de todos los mortales (ellos son los inmortales, pues lo mortal en ellos es aquello que ellos no son): la finalidad de construir un mundo bello, justo, bueno (un mundo que ya está construido y se llama precisamente así, Eterno Presente). No hay que añadir nada, no hay que buscar ninguna salvación, ceñirse a dogmas, mandamientos, preceptos o adoraciones... Todas esas cosas son del mundo temporal, del mundo de la confrontación; en resumen, del mundo que levanta todas esas injusticias que tanto y tan razonablemente te indignan (será en otro momento cuando hable de por qué la indignación no sirve para nada, no es fecunda ni eficiente: sólo ponerse a trabajar con fe, con decisión y entusiasmo es lo que da resultados positivos)... Ah, si yo pudiera hacer ese milagro, créeme que lo haría ya (ya es siempre). Pero acepto tu reproche: la cabeza no es lugar adecuado para el Amor, lo correcto es que el Amor vaya a la cabeza, a la cabeza desde el corazón. Un abrazo. Laverhali.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
viernes, 3 de agosto de 2012
Veintitrés de la Alegría del Dos del Eterno Presente
En la tercera lección del Curso de Eternidad nos encontramos con el Ahoraqui; o mejor, ella se encuentra con nosotros. Reconocidas nuestras Supervalías e implementadas en la Ahoracción, la lógica natural nos pone, no de frente ni al lado ni sobre ni debajo, sino en el Ahoraqui. El Ahoraqui es una creación, una invención, una fantasía, que sin embargo alude a una realidad: la fuga del alma del tiempo y del espacio (otras invenciones), la toma de conciencia de su Eternidad (donde en realidad habita ahora y siempre, aquí y en el Infinito), el reconocimiento de su Plenitud lejos de sus circunstancias, su Presencia en su Esencia. El Ahoraqui no tiene tamaño ni forma ni color, ni nace ni muere, ni envejece ni desenvejece, no es aburrido ni milagroso: es pura Naturaleza. Evidentemente sí que es milagroso a los ojos de quien ni siquiera se estremece ante el Milagro de la Vida; pero en su esencia no es ningún fenómeno sobrenatural: es un fenómeno, ya lo he dicho, natural, pura Naturaleza. La Naturaleza no es sólo árboles, pajarillos, riachuelos, verdes prados o montañas nevadas; la Naturaleza es Amor pleno, puro y eterno. Y es de eso de lo que estamos hechos todos. Lo demás es literatura: juegos o desjuegos, namasque. Juegos de semen o de cemento, y sobre todo de miedo, culpa, dolor y victimismo. Sin estos cuatro intrusos, ¿qué otra opción le queda al hombre sino ser todo Amor? Cuando el Ahoraqui nos ofrenda todas sus enseñanzas (infinitas), entonces ya no existe y las almas están despiertas en el Eterno Presente para no abandonarlo jamás. El Ahoraqui es como un chiste, porque siempre es el Ahora y siempre es el Aquí, pero ambos conceptos se unen dando sus frutos en tu propio corazón. El Ahoraqui es como el vuelo de un ave... ¿Dónde está? ¿Qué es? No es el aire ni lo son sus alas. Es como la sonrisa de un niño. No es su boca ni su alegría. Como una oración; ¿qué es una oración? No son palabras ni silencios, no está en el tiempo ni en el espacio, no es corpórea ni incorpórea. La esencia de todo ello es el Eterno Presente y es a él al que inevitablemente nos conduce. El Ahoraqui nos descubre el mundo real, el que en verdad siempre nos alberga.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
jueves, 2 de agosto de 2012
Veintidós de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Hola, señor, me gustaría que pudiera ayudarme en mi problema y solucionarlo. Le escribo porque usted me parece una persona amable y considerada. Es verdad que ya me encuentro mucho mejor, la vida siempre ofrece generosa un placentero desahogo después de cada amargura, eso sí que es verdad. Sin embargo, esta pena sigue allí, y sé que en su momento volveré a sentir sobre mis hombros todo el peso de su cruz... ¿Por qué dice usted que el tiempo no existe? ¿No ve cómo gira el segundero o cómo lo hace la Tierra en torno al Sol? Ah, ojalá no existiera el tiempo, entonces no existiría todo ese dolor, ni todo ese placer que me lo anuncia. ¿Es esto todo ficción, una creación de mi mente infantil, enrevesada y perecedera? ¿Lo que nos es propio de nosotros los mortales que no disfrutamos de ese fantástico paraíso de los de su tribu, esa República del Infinito? ¿Y qué es eso del Eterno Presente? ¿Una huida de la realidad inexorable del tiempo? Yo lo veo como un consuelo reconfortante, que por supuesto tiene todo el derecho del mundo a tener... En fin, con todos mis respetos, no veo que esas fantasías (ingeniosas y entretenidas) puedan serme de alguna ayuda a la hora de resolver mis problemas... ¿En el Eterno Presente no se lapidan homosexuales? ¿O tal vez el asunto está en cerrar los ojos y no echarle cuenta? Y el hambre y tantas injusticias, ¿no se dan en el Eterno Presente? Porque por aquí por el Presente Común no hay manera de erradicarlos... ¿Allí todo es justicia y felicidad? ¿Y por qué no se saca de su cabeza ese maravilloso Eterno Presente donde siempre impera el Amor, la Bondad y la Alegría y nos lo ofrenda a todos, a todos esos a los que usted llama mortales, a todos nosotros, los simples humanos, que tenemos esta perenne "minusvalía" de morirnos cuando el destino o el capricho del tiempo lo decretan? Así podríamos disfrutarlo todos, ahora y siempre. Eso sí que sería un gran acto de Amor. Cuídese. Un abrazo. Suyo, Dorian.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
miércoles, 1 de agosto de 2012
Veintiuno de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Somos Bondad, Belleza y Libertad,
cuanto en el Bien Divino vive inmerso,
y la Fe, la Esperanza y la Verdad.
La Fe siempre en lo propio y lo diverso,
que genera el Placer, que nos lo alcanza
bendecidos por todo el Universo.
Y somos la verdad de la Esperanza
que ya sabe que tiene lo que quiere
pues con el curso de la Vida danza.
Aquello que es Verdad, que nunca muere,
inmortal y sutil Divinidad
para que aquel que espere desespere
porque nada se espera ni nos hiere
siendo Bondad, Belleza y Libertad.
Somos el Paraíso y el Paraíso es el Amor. Ya está aquí y ya está ahora, y su semilla es el Ahoraqui, la pequeña rendija del tiempo y del espacio hacia la Eternidad. Sólo las mentiras tienen puertas, la Verdad se ofrenda libremente para todos los corazones.
Jesús María Bustelo Acevedo
cuanto en el Bien Divino vive inmerso,
y la Fe, la Esperanza y la Verdad.
La Fe siempre en lo propio y lo diverso,
que genera el Placer, que nos lo alcanza
bendecidos por todo el Universo.
Y somos la verdad de la Esperanza
que ya sabe que tiene lo que quiere
pues con el curso de la Vida danza.
Aquello que es Verdad, que nunca muere,
inmortal y sutil Divinidad
para que aquel que espere desespere
porque nada se espera ni nos hiere
siendo Bondad, Belleza y Libertad.
Somos el Paraíso y el Paraíso es el Amor. Ya está aquí y ya está ahora, y su semilla es el Ahoraqui, la pequeña rendija del tiempo y del espacio hacia la Eternidad. Sólo las mentiras tienen puertas, la Verdad se ofrenda libremente para todos los corazones.
Jesús María Bustelo Acevedo
martes, 31 de julio de 2012
Veinte de la Alegría del Dos del Eterno Presente
¿Por qué soy yo un orgulloso, un vividor y un sinvergüenza? Probablemente porque tengo buen corazón y amo la vida. Cuando te levantas con alegría, ya estás entre sus brazos para toda la jornada. Si quieres clavar puntillas, aparece el martillo. Si quieres cantar tus versos, las palabras vienen a ti. Y si no sirven, las inventas. Porque faltan millones de palabras por inventar para que todos los mortales dejen de serlo en el Eterno Presente. Las palabras viejas también mueren como mueren los mortales, porque están llenas de tristeza, confrontación y "resentimiento" (más bien, dessentimiento, porque los sentimientos, simples o dobles, sólo nos dan alegrías). Con las palabras viejas se mantiene lo viejo, y lo paradójico es que lo hacen quienes pretenden enterrarlo. Con las palabras nuevas, se despierta lo eterno, despertamos a lo eterno, y la piel de las almas comienza a mudarse para abrazar la Eternidad. Y en ella habitan quienes son orgullosos de ser lo que son, porque el orgullo no hace daño a nadie: sólo a quien lo envidia. Mas a quien envidia lo hiere su carencia, no la abundancia del prójimo. Hay que sentirse orgullosos de la Vida, del Amor, de Dios y de la Alegría... Orgullosos hasta de la humildad. La humildad sólo tiene dos palabras: no sé, y ellas son la llave que nos abre todas las puertas de este Infinito sin llaves y sin puertas. Allá disfrutan en su pureza y simplicidad todos los vividores. Los mortales que desprecian la vida cargan esta palabra de negatividad, una negatividad que acaba con las suyas, por no querer ser vividores (los que aman y disfrutan la vida). Somos vida, por lo tanto el mortal negando la vida se niega a sí mismo... y muere. Todo el Universo nos apoya y su abundancia es nuestra abundancia, ¡qué gran orgullo poder ser con él este Universo tan rico y tan sabio! Es la Armonía con su Riqueza lo que nos hace ricos a todos. Y esa Riqueza es tuya cuando sabes pedirla sin vergüenza. La vergüenza es el miedo de uno mismo hacia los demás: "Hay cosas horribles en las almas que debemos reprimir porque somos seres pecaminosos, putrefactos, enemigos de la vida y del bien común"; entonces la vergüenza desactiva esa supuesta malicia de la que estamos confeccionados. Mas ese es el lenguaje de quien desprecia la vida. Puesto que en nuestra Inocencia somos Bondad, Belleza y Libertad, puesto que somos tan humanos como divinos en el Eterno Presente, puesto que somos orgullosos vividores, podemos proclamar gozosos que somos los grandes sinvergüenzas de la Vida y del Amor que en el Edén de esta República del Infinito se entregan felices a la danza de la Vida... De la Vida que somos, sin esos añadidos que son el sinvivir de la no-vida que atormenta a los mortales. Y sin ellos somos el Eterno Presente, el Paraíso.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
lunes, 30 de julio de 2012
Diecinueve de la Alegría del Dos del Eterno Presente
El Eterno Presente escribe su verdad con Silencio. En él está la semilla de un nuevo lenguaje que no precisa de palabras, un idioma sagrado donde lo racional y la confrontación se desmoronan como un viejo espejismo que ya no puede jugar con ellas...
Las palabras sagradas
alimentan las almas,
pero más el Silencio
nutritivo y eterno;
Silencio que adelanta
ese lenguaje nuevo
donde todas se abrazan.
...con las almas que comprenden la Unión y la Inmortalidad. La comprenden y participan en su Creación: nuestras almas no son sujetos pasivos que son determinados por una realidad exterior: somos Dioses o Dios está en nuestros corazones, ambas cosas significan lo mismo. ¿Dios ha muerto? Sólo muere quien vive, pero la Vida nunca empieza ni termina. Sólo muere lo que malvive en el tiempo. En el Eterno Presente los dioses o el dios de mentira ya están enterrados en el olvido... Pero hasta el Dios de verdad sabe danzar y morir, ¿qué importa la muerte donde hay Amor, hay Verdad y hay Alegría? Sí, Dios ha muerto y ha muerto por Amor: ¿sabrás crearlo Tú con tu Amor como Él supo crearte?
Jesús María Bustelo Acevedo
Las palabras sagradas
alimentan las almas,
pero más el Silencio
nutritivo y eterno;
Silencio que adelanta
ese lenguaje nuevo
donde todas se abrazan.
...con las almas que comprenden la Unión y la Inmortalidad. La comprenden y participan en su Creación: nuestras almas no son sujetos pasivos que son determinados por una realidad exterior: somos Dioses o Dios está en nuestros corazones, ambas cosas significan lo mismo. ¿Dios ha muerto? Sólo muere quien vive, pero la Vida nunca empieza ni termina. Sólo muere lo que malvive en el tiempo. En el Eterno Presente los dioses o el dios de mentira ya están enterrados en el olvido... Pero hasta el Dios de verdad sabe danzar y morir, ¿qué importa la muerte donde hay Amor, hay Verdad y hay Alegría? Sí, Dios ha muerto y ha muerto por Amor: ¿sabrás crearlo Tú con tu Amor como Él supo crearte?
Jesús María Bustelo Acevedo
sábado, 28 de julio de 2012
Diecisiete de la Alegría del Dos del Eterno Presente
El que algo tenga una explicación racional no significa que otra posible interpretación no sea igualmente válida. Los mortales, los muertos, precisan siempre de una explicación única, concreta y excluyente (eso de confrontar y excluir es lo propio de lo caduco). El Eterno Presente, como Walt Whitman, se contradice y alberga multitudes: que la razón pretenda ilustrarnos sobre la Vida es como si un caracol quisiera ilustrar a todo el Universo, aunque un simple caracol pueda ser un gran maestro para cualquier mortal. Quien contemple al caracol como una impresionante expresión de la Vida comprende lo que es orar (rezar, decir, comunicar). La Oración es la Vida perenne en el Ahora (la Ahoracción). En la segunda lección del Curso de Eternidad abrazamos el tema de la Oración. El mortal piensa que orar es perder el tiempo. Es cierto: tiempo es lo único que tiene el mortal, luego es lo único que podría perder. Pero en la Eternidad, la Oración (la Ahoracción, la Acción en el Ahora) es la Vida plena, auténtica, transparente e infinita; porque la mejor Oración es la propia Vida: tu Vida es una Oración. La Oración no tiene por qué ser quietud, danzar es también una preciosa y fecunda forma de orar: al danzar y danzar descubrimos que es la Vida la que baila con nosotros, la que baila en nosotros. La meditación equivocada pretende domeñar la mente, pero, cuidado, la mente no es ninguna enemiga, es nuestra gran aliada. Gracias a ella podemos comunicarnos, expresar nuestros afectos y, paradójicamente, es la herramienta que nos permite "crecer" (verdaderamente no hay nada que crecer, pues ya lo somos todo en el Eterno Presente, sólo es preciso implementarlo con la Ahoracción). Aún así, sin la meditación no podría el humano liberarse de su prisión de mortalidad. Podemos meditar sentados, como los orientales, con los ojos entornados o cerrados (para ver mejor), y podemos meditar en nuestro trabajo (todo el mundo trabaja, aunque algunos no sean remunerados. Las palabras "parado" y "desempleado" son insultos) en la medida en que nuestra labor nos lo permita (el trabajo también es una oración, y una bendición); también podemos meditar cuando caminamos, cuando estamos en soledad o en compañía (esta es la gran oración); cuando las cosas "vayan mal" (porque sabemos que todo y siempre va bien cuando abrazamos gozosos la Ahoracción); podemos meditar escuchando buena música (la música es la Eternidad disfrazada de tiempo; también el Eterno Presente tiene derecho a su Carnaval); podemos meditar cuando hacemos el amor (con lo cual lo disfrutamos más: la sexualidad es algo sagrado y sólo una tortura para quien no lo sepa); podemos meditar en la disputa y eso nos hace ver que es sólo una mentira (por eso los mortales pierden el tiempo disputando, que es lo único que pueden perder)... Y podemos meditar en la Alegría, porque la verdadera Oración es siempre Alegría.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
viernes, 27 de julio de 2012
Dieciséis de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Verdaderamente los más válidos, así son los mal llamados minusválidos, como quedó dicho en la primera lección del Curso de Eternidad. Y todo esto nos evoca los males de la era caduca y engañosa felizmente superada (en realidad, nunca superada, porque nunca se supera lo que no existe; los surengatres, por ejemplo, jamás fueron, son o serán superados dado que son entidades que no existen. Pero si alguien decide creer, con su propia potestad y libre albedrío, que los surengatres sí existen, le persiguen, le someten, le condicionan, le marginan, le esclavizan, etc, entonces ésa es su libre elección y debe responder ante ella y sufrir sus fatales consecuencias. A decir verdad, esto no es más que una metáfora de lo que miríadas de veces sucedía a los mortales presos de sus efímeras creaciones que soportan las ficticias columnas del dolor, la culpa, el miedo y el victimismo. Mas si convenimos que los surengatres son por el contrario preciosas creaciones dispuestas a ayudarnos en nuestro caminar -en nuestra perenne danza, que es el mejor de los senderos-, seres sutiles, tiernos, bondadosos, benéficos, divinos, risueños, juguetones, atemporales, sencillos y generosos, acá estarán nuestros queridos surengatres para llevar a cabo su fantástica misión, y nosotros responderemos ante ello y gozaremos sus providenciales consecuencias.Y veremos, con o sin surengatres, que no hay nada que superar, ni enemigo a quien vencer, ni salvación, ni tierra prometida, ni perfección por abrazar en un porvenir que nunca existe... No hay nada de eso porque ya lo somos todo; la perfección de la vida está en la inocencia de un recién nacido, y eso siempre está en nuestros corazones, velado, oculto o ignorado, pero siempre ahí) porque sólo los bienes tienen cabida en el Eterno Presente. Bienes como las supervalías de las almas que nos ofrendan el manantial sin fin de sus bendiciones, lejos de las mentiras con almendras de unas montañas tan altas y tan pequeñas como la torre de Babel, falsas montañas donde unos monjes sombríos marcaban a los minusválidos con un falso castigo de un dios que ni existe ni castiga, inventándose un karma que no es más que el arma que pretende asesinar sus supervalías, incapacitando para su noble labor pedagógica e intransferible a quienes sólo fueron víctimas de sus propias minusvalías. Pero es el Eterno Presente en este ahora infinito quien se convierte en verdugo de todas ellas.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
miércoles, 25 de julio de 2012
Catorce de la Alegría del Dos del Eterno Presente
¿Por qué son más sabios los ciegos? Evidentemente no tienen por qué ser más sabios si no viven la supervalía que le corresponde a su minusvalía. Al igual que el dios Vulcano es sabio gracias a su presunto defecto, cada carencia física de cada mortal tiene un equivalente positivo en el mundo no mortal; es decir, en el Eterno Presente. Sin embargo, en el mundo caduco, en la era falsa del tiempo y el espacio, a cada minusválido se le instruye en la idea trágica de que es poseedor de una tara digna, en el mejor de los casos, de esa peyorativa compasión que aquellos que desprecian la Eternidad suelen llamar caridad. Mas no es así en el mundo real, en el Eterno Presente, donde esa supuesta falta tiene el verdadero cariz de virtud: cada carencia física es un acicate para el desarrollo de una cualidad espiritual. Por eso cuando meditan los monjes tibetanos cierran sus ojos, porque entonces es cuando ven mejor, porque entonces es cuando resulta más fácil identificarse con la mirada del corazón, esa que vive perennemente en la Verdad, la que nunca puede ser engañada por unos sentidos tan útiles como perecederos. De la misma manera, cuando por una desgracia alguien pierde, por ejemplo, su brazo derecho (o el izquierdo, si es zurdo), ejercitar en la escritura y otras actividades manuales esa otra mano que mantenía prácticamente dormida e inutilizada provocará que las partes inactivas de su cerebro cobren nueva vida, desarrollando su inteligencia, discernimiento, intuición y otras virtudes intelectuales. Por eso, en el Eterno Presente, todo aquel que tiene una presunta carencia es considerado como un maestro que tiene mucho que enseñarnos (un maestro no es un ser superior -las jerarquías, como ya ha quedado dicho, son propias del mundo finiquitado de los mortales-, un maestro es aquel que incluso con su silencio nos ayuda a desplegar lo mejor que hay en nosotros). Por eso, en el Eterno Presente, no se les maltrata ni con el desprecio, ni con la compasión ni con la concesión de falsos privilegios que le mantienen atrofiado en su desenvolvimiento espiritual; en definitiva, que niegan su supervalía. Esta supervalía es perfectamente perceptible en aquellos mortales que fueron educados de manera adecuada para el desarrollo de su virtud, gracias a lo cual, con el correcto objetivo de superar su mal llamada minusvalía, pudieron crear inventos y nuevas percepciones útiles para toda la sociedad. En realidad, los únicos minusválidos son aquellos que sobreviven (confrontarse con la Vida no es vivir) bajo la negación del Eterno Presente, es decir, en contra de la Vida. Los mal llamados minusválidos son verdaderamente los más válidos.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
martes, 24 de julio de 2012
Trece de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Alegría, etimológicamente vivacidad, animación, rapidez... En resumen, actividad, movimiento, ¡acción! Como la vida misma, porque la vida es dinamismo, fértil actividad hasta en la paz de la quietud. Y en el Eterno Presente, todo danza, todo, más allá de la pobreza de la cárcel del tiempo y del espacio. ¿Por qué vivir en dos planos habiendo infinitos que pueden abrazarnos? ¿Por qué admirar siete colores si hay miles de millones a los que el mundo caduco no puede acceder? ¿Por qué conformarse con siete notas si la música sobresaliente tiene tantas como estrellas hay en el cielo? Estrellas que son movimiento y que también están dentro de nuestros corazones, porque su sabiduría no nos es ajena. Se puede mirar a las estrellas con los ojos cerrados, porque en realidad es entonces cuando nos dicen su música y su misterio. Los ciegos son más sabios porque están más cerca de aquella visión superior a aquella pasajera y engañosa pegada a nuestras pupilas; pupilas que ven cuando hay luz, ¿pero acaso no hay una luz mejor cuando los amantes se abrazan en la oscuridad? La mejor luz es la que esplende con alegría desde nuestros corazones, y con ella no hay ciego que no pueda disfrutar de la belleza de la Vida.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
lunes, 23 de julio de 2012
Doce de la Alegría del Dos del Eterno Presente
La verdadera Alegría no es lo contrario de la tristeza. Los valores del Eterno Presente no tienen opuestos: sólo lo falso lleva adjunto su contrario y es a la par expresión rebuscada de éste. Allá donde la Oración y el Placer se abrazan, toma presencia la Alegría, la verdadera Alegría. La Alegría es un valor de la Eternidad como la tristeza lo es de lo caduco... Nada caduco puede expresarse en el Eterno Presente; imposible que algo que incluso se niega y se destruye en el pseudomundo que le es propio pueda acomodarse en el que le es ajeno, mundo que por otra parte ni concibe ni quiere ni puede ni sabe comprender. Especialmente porque no es ningún mundo, sino todos los mundos, el Infinito y la Verdad. La Verdad, ¿qué es la Verdad? Aquello que anima el Espíritu del Eterno Presente, eso es la Verdad. Aquello que carece de dogmas, doctrinas, mandamientos o apóstoles; aquello que no puede ser crucificado en el tiempo; aquello que desmorona la mentira de mártires y cilicios; aquello ante lo que la culpa, el temor y el sufrimiento (la muerte) desaparecen... Eso es la Verdad. Y está siempre en las cosas sencillas, el vuelo de un ángel, la sonrisa de un recién nacido, el perfume de una flor... Nunca en el rencor, ni en el tiempo, ni en cualquier cosa que genere el miedo, el dolor o la rueda del arrepentimiento. Allá donde hay Amor, hay Vida y hay Verdad.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
domingo, 22 de julio de 2012
Once de la Alegría del Dos del Eterno Presente
La Plenitud está en el Eterno Presente y fuera de él todos son juegos pasajeros. Juegos pasajeros que producen dolor, desengaño, lágrimas y todo lo negativo que pudiera venírsele a la mente a aquellos que vivían en la era cristiana, es decir, bajo la influencia de la mentira del tiempo. En el Eterno Presente no hay nada negativo ni positivo, simplemente está lo que es, es lo que está: "To be or not to be, that's the question"; and the real being is always holding and being hold by the Eternal Present (el verdadero ser tiene su perenne presencia -obsérvese la etimología de este término- en el Eterno Presente). El Eterno Presente no lo ha inventado Jesús María Bustelo Acevedo, ni el Eterno Presente lo ha inventado a él: las jerarquías sólo existen en el mundo caduco, en la mentirosa realidad del tiempo. En el Eterno Presente no hay huevos ni gallinas, aunque sólo los valientes sepan volar en él. La lógica racional no es absurda ni deja de serlo en la Eternidad; lo curioso es que ya es absurda hasta para la propia razón. La lógica racional conduce a la locura, y la locura no existe... Por eso todos desembocamos en el Eterno Presente, la República Infinita del Amor, el Placer y la Alegría. No puede negarse ni confrontarse si no es tan sólo para aplazar su Verdad. El Eterno Presente ya ha vencido, perennemente, aunque en su Verdad no haya vencedores ni vencidos.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
domingo, 15 de julio de 2012
Cuatro de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Todo lo que muere no es verdad. No se puede retornar eternamente a la mentira, pues mentira es que se esté en ella bajo cualquier circunstancia a los ojos de la Verdad. A los ojos de la Verdad, ni siquiera la verdad existe, la verdad que vive de la mentira, alimentándose mutuamente la una a a la otra. Justamente eso es la confrontación, el inútil ejercicio cuyo único y permanente objetivo es construirse una justificación a su vida mortal. Pero teniendo la Eternidad, sólo la ignorancia permanece en lo perecedero. El mundo falso del dolor, del desengaño, de la subcultura del miedo y de la culpa, no tiene cabida en el Eterno Presente. ¿Cómo iba a vivir en lo ajeno quien no se soporta en lo propio? En el Eterno Presente el lenguaje es música sin palabras, y en ella se expresa y se ofrenda la Verdad. Cuando el hombre, la mujer, descubre la música que no habita en el tiempo, acaba de abrazar gozoso, gozosa, su propia Divinidad.
En el Eterno Presente
no hay dolencia ni indolencia,
sino sólo la sapiencia
de gozar perennemente.
No hay frente que nos afrente,
ni ciencia de la inconsciencia;
ni tampoco diferencia
o indiferencia que cuente.
No se encuentra en el Eterno
Presente nada de cuanto
pudiera causar dolor.
Ni anarquía ni gobierno.
Sólo el Espíritu Santo
de la Dicha y el Amor.
Jesús María Bustelo Acevedo
En el Eterno Presente
no hay dolencia ni indolencia,
sino sólo la sapiencia
de gozar perennemente.
No hay frente que nos afrente,
ni ciencia de la inconsciencia;
ni tampoco diferencia
o indiferencia que cuente.
No se encuentra en el Eterno
Presente nada de cuanto
pudiera causar dolor.
Ni anarquía ni gobierno.
Sólo el Espíritu Santo
de la Dicha y el Amor.
Jesús María Bustelo Acevedo
viernes, 13 de julio de 2012
Dos de la Alegría del Dos del Eterno Presente
Pobre reloj, las manecillas de sus brazos no pueden atrapar al Presente, ellas no saben abrazar la Eternidad... Por eso son manos sin amor. En el Eterno Presente no hay relojes, ¿como iba a existir aquello que mide lo que no existe? En el mundo de los mortales tampoco hubo nunca surengatres y jamás se preguntó nadie por qué. Gracias a Dios, los relojes no son seres vivos, aunque algunos mortales cambien por ellos sus corazones; sus propios corazones, que son lo mejor que tienen. En lugar de seres vivos, eligen ser seres bobos. Prefieren ser relojes que nadan en el mar de la nada que no conduce a ningún puerto. El que nada no se ahoga, pero cuando se cansen ¿quién podrá evitar que se ahoguen? Sólo puede asirlos la mano de Dios que albergan sus propios corazones. El tiempo gira, gira, gira, pero nunca avanza...¿Olvidaron los mortales todo el mal que hicieron esas otras ruedas que también giraban? El tiempo gira, gira, gira, como los electrones, pero ¿desde cuando bailan los electrones? Sólo las almas saben bailar, sobre las aguas y sobre las estrellas. En los mares del tiempo, sólo sé que no se nada, eso dice el Espíritu Sabio. Yo no lo sé, pero si no se nada ¿por qué nadar? El tiempo no es más que una enorme mentira que comienza en Adán y termina en su espejo, la nàdA.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
jueves, 4 de agosto de 2011
Veinticuatro de la Alegría del Eterno Presente
Este Mes de la Alegría nos recuerda que la Eternidad siempre sonríe, y lo hace con toda la fuerza de su Amor y en toda su Pureza. Una sonrisa es sin duda la mayor expresión de Belleza que cualquier ser vivo nos puede ofrendar, especialmente aquellos que no tienen boca. En el Eterno Presente los labios ya no saben ni pueden ni quieren expresar el sarcasmo y la malicia, eso y tantas otras cosas nocivas que erróneamente clasificaban en los tiempos humanos bajo la etiqueta de la risa o del humor; en el Eterno Presente no existe el cinismo, ese extraño artilugio con la que sin pudor alguno los fracasados expresaban sus propios tormentos hallando siempre en el prójimo el espejo de sí mismos. En el Eterno Presente no existe el fracaso, sólo el éxito y el triunfo de estar vivo en este maravilloso Paraíso, gozando del Amor, de la Alegría y del Placer de existir perennemente, esa vida infinita que no es ningún premio, ningún logro, ninguna corona ni ninguna fe, sino tan sólo una evidencia de nuestro Eterno Presente.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
sábado, 30 de julio de 2011
Diecinueve de la Alegría del Eterno Presente
Ya hemos pasado esa mítica cifra de los cuarenta días en esta brillante y feliz Nueva Era. Este luminoso mes de la Alegría nos llena el alma de serenidad, de tiernas sonrisas y de inconmensurables desafíos. Los desafíos del Eterno Presente siempre están cargados de un júbilo infinito porque ya llevan en su interior y en su exterior el germen y el vestido de una victoria impresionante. Sabemos que el Alma no está presa de ningún cuerpo, que vuela más allá de las constelaciones de un universo a otro acariciando con sus alas toda la generosa luz de las estrellas. Valor, Placer, Sencillez... Arrojo, Dicha, Inocencia... En el Eterno Presente tan sólo existen seres auténticos que saben cuidar las herramientas del idioma como saben usar otras herramientas aún más sutiles y valiosas que el lenguaje de los mortales; en el Eterno Presente tenemos únicamente palabras límpidas e infinitas formas de expresión que no tienen palabras y nos llenan las almas de abrazos bondadosos e inefable ternura compartida. Todo aquello que no repercuta en el gozo de nuestra República, la República del Infinito, queda enterrado en el pasado, quizás en los viejos corazones, aquellos remotos personajes que caminaban una y otra vez por los amargos senderos despreciando siempre la dulzura de abandonarlos despertando sus alas y abrazando las estrellas. En el Eterno Presente siempre caminamos desnudos al abrigo de la Verdad, ese dios que mora en todas las almas sin que esté ausente en ninguna, que no entiende de palabras ni conceptos ni razones, que tan sólo se expresa cuando se expresa el Amor.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
jueves, 21 de julio de 2011
Diez de la Alegría del Eterno Presente
Estamos en el mes de la Alegría, y tanto las flores como las estrellas saben expresarlo con generosa sencillez. Nada más complejo, elaborado y profundo que la sencillez, esa sencillez de lo que aparentemente comienza pero que tiene toda una Eternidad a sus espaldas y todo el Infinito delante de sus ojos. En la vieja era, cuando la gente se contaminaba por las conveniencias sociales cambiando sin reparo su pureza por esa falsa ambición que los convertía en estatuas que sólo sabían recrearse en la misma e inmóvil mentira, se pensaba que lo sencillo era todo aquello falto de contenido o inteligencia, lo cual era cierto para ellos, porque allá donde un doloroso engaño se convierte en verdad irrefutable cualquier verdad luminosa provoca náuseas:
El charlatán tiene razón
en el absurdo de su ciencia,
jamás en el de la conciencia
ni en la verdad del corazón.
Pero en la vieja era la alegría era tan hueca que a menudo sólo consistía en la evidencia de que mucho de lo que llamamos el prójimo no tenía acceso a la vía de escape de esa falsa alegría. Las personas se degradaban hasta tal punto que llegaban a desear el mal de sus hermanos, y eso se daba con frecuencia en individuos que pomposamente se clasificaban como religiosos. Con el tiempo se sabría que todos esos religiosos no eran más que quienes negaban para sí y para todo esa gran Obra de Dios, Dios mismo, que es la Vida. Porque todas las religiones humanas, con sus cínicos dogmas llenos de resentimiento, no son más que la negación del Amor, de la Alegría, de la Vida, de Dios... Todas ellas fueron la expresión más elaborada del ateísmo, esa fue la gran paradoja. ¿Pero por qué mentar lo que ya no existe en nuestros corazones? En los diccionarios de la Era del Eterno Presente sólo se incluyen expresiones positivas, todo aquello que no sea bueno con no mentarlo pierde su fuerza; es más, cuando se ataca a algo con toda virulencia es cuando de verdad podemos fortalecerlo y dotarlo de razón y continuidad. Lo sabemos porque precisamente así nació la Era del Eterno Presente, construyendo su infinito paraíso con cada piedra que recibía de la ignorancia agonizante. Cuando vives en el Eterno Presente todo se confabula para tu propio placer y beneficio, nada ni nadie puede hacerte daño porque el dolor ya no existe, y tú sabes crear tu propia realidad permanentemente y lo haces con todo aquello que es propio y natural de esta República del Infinito: el Amor, la Alegría, la Serenidad, la Acción, la Magia, la Verdad....
Jesús María Bustelo Acevedo
sábado, 16 de julio de 2011
Cinco de la Alegría del Eterno Presente
Hemos comenzado un nuevo mes de esta espléndida e inconmensurable Era del Eterno Presente, la perenne y definitiva, puesto que cada mes tan sólo tiene 28 días, ¿para qué más? Este mes de la Alegría nos llega, como siempre, con buenas vibraciones, invitándonos a llenar nuestros pensamientos de todo aquello en lo que precisamente vamos a devenir, y no hay mejor alimento para la mente que la divina y humana Alegría. La Alegría siempre tiene el tamaño que queramos otorgarle, aunque por su pureza no exista grandiosidad que pueda abarcarla; un día se hizo un traje con todo el Infinito y le quedaba pequeño. Es por eso que la Alegría es como el Amor, una fuente que jamás se termina, cuanto más ofrenda más posee, cuanto más nos sacia mayor es su depósito de Felicidad. En esta nueva Era del Eterno Presente todos los superhombres, todas las supermujeres, de mi tribu, la República del Infinito, siempre piensan en positivo, afirmándose y reafirmándose en todo lo mejor que tienen en su interior, que no es su interior, porque nuestra Alma está en las estrellas. Eso que llamamos el mundo exterior, nuestro entorno, nuestras circunstancias que ignorantemente etiquetaban de fortuitas en el tiempo del tiempo y el espacio, esa era pasada y basada en el miedo, la culpa y el dolor, en personajes sutilmente programados capaces de agredir a quienes sana y amorosamente les pusieran ante sus ojos el placer infinito de su propia Alegría, de su propia Libertad; todo aquello que como digo nos brinda esa pequeña parte de lo que somos y que llamamos sentidos no es más que nuestra fantástica y hermosa (otrora quizás no tan) Creación, el fiel reflejo de lo que sembramos en nuestros corazones con las fértiles herramientas de nuestros pensamientos. Pues bien está escrito en el Libro de los Libros: Creadores somos a imagen y semejanza de Dios, el prístino Hacedor.
Jesús María Bustelo Acevedo
Jesús María Bustelo Acevedo
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