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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Siete de la Danza del Dos del Eterno Presente

Hola, Dorian, espero que te encuentres bien. Muchas gracias por tu carta, como siempre, muy aguda e inspirada. Dorian, el Sol de la Verdad tan sólo quema las mentiras (es decir, todo lo mortal). Su Luz que nos da la Vida no se destruye a sí misma. Nuestra Libertad es completa, benéfica e infinita, y ejercerla es rendir obediencia a Dios, ese es el gran misterio de la Vida. La percepción humana (mortal) torna malas muchas cosas que en su concepción, en su esencia verdadera, son siempre buenas, benditas, sagradas. Y así sucede con nuestra Libertad. Para los mortales todo es cuestión de tiempo, de tiempo y de espacio, pues es con esos valores con los que se identifican. Mas, identificados plenamente con lo eterno y con lo infinito, el tiempo ya no tiene ninguna razón de ser. En cuanto al Curso de Eternidad, tú mismo podrías escribir ese quinto capítulo, Dorian. Ya lo sabes, en los tiempos que corren todo es interactivo. La quinta lección, la Intericiencia, alude al saber interior que habita en cada persona, ese saber despojado de todo condicionante social. Escucha tu propia voz, tu propio silencio, porque en tu alma mora el auténtico maestro de la Verdad, el don de la Alegría y del Amor, el Eterno Presente de la Vida. Eso es todo. Haz siempre lo que verdaderamente quieras y nunca dejarás de ser feliz. Un abrazo. Hasta siempre. Laverhali.

Jesús María Bustelo Acevedo

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Veintiocho de la Belleza del Dos del Eterno Presente

Hola, Laver, what's up? Por acá, todo bien; ya llega el otoño, una estación con la que me identifico plenamente, una estación que va a lo suyo, sin meter las narices en los asuntos de los demás, se pega su baile de hojas secas y hasta el año que viene. ¿Qué pasa? Hay quien tiene seco el corazón y el cerebro y nadie le dice nada. En fin, Hali, si no fuera por las simplezas que te acabo de leer sobre la libertad y la obediencia, estaría la mar de contento, risueño y despejado; sobre todo por mi matrícula de honor en Readance (ya sabes, consiste en leer mientras bailas y luego te examinan sobre lo leído). Todavía ando un poco asfixiado de la marcha que me pegué, y aun así me empapé bien de la lectura, como puedes comprobar con mis notas. En cuanto a lo tuyo, ya ves, este es el mundo en que vivimos, donde el morbo de un bretón tiene mucho más gancho que la verdad de un andaluz. Pero después de leerte, yo que tú presentaría tus verdades a los Paralímpicos, porque cojean bastante. En fin, será que no les encuentro las supervalías, las cosas de los mortales. Y es que no te puedo perdonar que al final tu interesante curso desemboque en un manido obedecer a Dios. Bueno, ¿y dónde está ese dios?, ¿cómo hago yo para meterme en tu cabeza y charlar un rato con él? ¿Cómo podemos ser auténticos creadores si sometemos la voluntad a la de Dios? ¿Dónde está la libertad, si al final es prisionera y dependiente de esa obediencia? ¿O acaso nuestra voluntad, nuestra libertad, comienza y acaba fuera de nosotros? Ya, sé lo que me dirás, hablarás de la armonía entre las voluntades divinas y humanas; o sea, que todo se reduce a esperar a que ambas encajen, vamos, que es cuestión de tiempo (!). La verdad es que yo no velaría tan cerca del Sol, pues puede ser que te quemes... Es broma, Hali. Lo que sí es gracioso es eso de que yo te creo a ti (qué arte tienes, pisha); entonces, ¿quién me crea a mí? Ah, claro, cualquiera que me esté leyendo. Volviendo a tu curso, parece que los superhombres andáis superempanaos, porque se te ha pasado una de las lecciones. O a lo mejor es que no hay quintos en el Eterno Presente, como es el Reino de la Paz... Aunque conociéndote, no creo que sea algo involuntario. Vamos a ver cuál es la sorpresa que nos guardas con esa quinta lección... Por mi parte, aquí te dejo, Hali, gracias por todo y suerte por esos caminos que te construyes... Justo ahora me sobreviene un mal presentimiento, una certeza de fin inevitable que habrá que aceptar como quien abraza la nada de la muerte; aunque seguramente tú tan sólo dirías que yo me construyo mi mal por propia voluntad. Un abrazo. Dorian.

Jesús María Bustelo Acevedo

lunes, 27 de agosto de 2012

Diecinueve de la Belleza del Dos del Eterno Presente

Tan sólo la República del Infinito permanece eternamente. Porque es la República del Amor y de la Libertad. No es la nada ni es el ego, porque tú no eres ningún ego, sino que el ego es lo que nunca eres, lo que nunca has sido y lo que nunca serás... Hola, Dorian, ¿cómo va todo? Muchas gracias por tu carta. Ya veo que estás empeñado en poner fin a mis Memorias del Eterno Presente, así que me temo que tendrás buenas noticias al respecto en muy pocas semanas. Dorian, yo soy el tonto que pone la velita al lado del Sol, y así será siempre mientras al Sol no le enfade; seguro que hay alguien en este mundo a quien le gusta mi vela. El mundo viejo, Dorian, el mundo que no existe cuando vivimos en la Verdad (en el Eterno Presente de la Vida) es el mundo de la confrontación; nuestro epistolario es un símbolo de esta confrontación, por lo tanto te resultará imposible negar esta evidencia confrontándote conmigo permanentemente (es decir, confrontándote contigo mismo, pues quien soy yo para ti no lo he creado yo: es tu propia creación, expresión de ti mismo y de tu poder de crear). Ah, poder de crear, ¿por qué no lo utilizaremos para construirnos el Paraíso que tanto nos merecemos y que tan sencillo resultaría si tan sólo fuéramos Amor? Claro que sí, tú también sabes y puedes construirte tu Eternidad, sin embargo eso no es posible hacerlo sin Amor: debes andar entre todos esos hombres que tan poco dignos de aprecio te parecen y saber que todos ellos son también hijos de Dios... Es más, son hijos de Ti Mismo, pues tú eres el dios que los creas así cuando no eres ese Amor que de verdad eres, ese Amor que es tu verdadera identidad, Amor y Libertad... El ego es de los mortales, Dorian, y el Espíritu Santo que mora en tu interior (es decir, arriba en el Infinito) es de la Eternidad, ella lo tiene y ella lo es, pues ser y tener son lo mismo en el Eterno Presente. El Paraíso podría estar ahora con nosotros, ya mismo, y unas pocas palabras del pobre lenguaje de los mortales tienen la clave, sencilla y profunda: El Amor es Riqueza para Todos y para Siempre. Un abrazo. Laverhali.

Jesús María Bustelo Acevedo

lunes, 20 de agosto de 2012

Doce de la Belleza del Dos del Eterno Presente

Hola, Laver. ¿Qué tal va el mundo? Por aquí mucho cansancio, mucha calor y sobre todo mucha soledad. Es la amiga Tristeza, siempre celosa y amenazante y dispuesta a acecharte en cualquier recodo de la vida para chuparte toda la energía... Ah, disculpa, olvidaba que sólo soy un pobre mortal adicto a las mentiras del dolor, de la nostalgia, del fracaso y de las lágrimas; ya lo ves, Hali, soy como un sauce llorón, el más bello de los árboles, pero sólo en lo de la pena y no en lo de la belleza. Te he pedido un poco de ayuda y verdaderamente ha sido reconfortante recibir tu amable respuesta; no importa ahora que yo esperase otras cosas... Un poco de afecto y comprensión de parte de un superhombre excepcional como tú nunca viene mal. Bah, no me hagas caso, sólo bromeo: soy tan serio y sincero que siempre estoy de guasa. ¿Y tú, qué tal, Hali? No se ve mucho movimiento por tus montañas, a ver si resulta que tú estás más solo que yo. Disculpa mi malicia y acepta por favor toda mi gratitud por tus esfuerzos tan mal encaminados como consoladores en su noble propósito. Me parece, no obstante, poco razonable considerar como algo inútil y destructivo el sarcasmo. Cierto que hay sarcasmos cargados de hueco cinismo, negatividad y pesimismo sombrío; pero ¿cómo, si no con el sarcasmo, la brutal ironía o el cinismo más poético y enrevesado, íbamos a poder defendernos, reaccionar, ante el acoso continuo de los burdos desalmados apocalípticos (entiéndase, la gentuza)? Hali, no hay otra forma de responder que devolverles su misma moneda: lo que no te sirve, devuélvelo: lo que para mí es estiércol tan vez para ellos es un manjar (visto así, es incluso un acto de admirable generosidad)... Ya, ya, generoso es quien comparte lo que tiene, no quien da la mierda que le sobra como hacemos los "mortales", ahí llevas razón, sólo era un chiste. Hali, yo prefiero una Eternidad, una Eternidad llena de paz, de amor, de felicidad compartida y de todas las cosas buenas que se te puedan ocurrir... Pero mucho me temo que tan sólo dentro de tu cerebro pueden existir estas cosas sin sus reversos correspondientes: no hay cara sin cruz en este mundo, y para que algunos vivan por la cara siempre tiene que haber algún inocente que cargue con la cruz, y hasta muera en ella. Ah, ojalá no existiera el tiempo, claro que sí, yo también creo en la magia, sé que cuando soñamos el tiempo no existe, todo eso es muy bonito y hasta real en algún sentido. Pero el tiempo va pasando, pasando y pasando, tic-tac, tic-tac, tic-tac, y no sólo lo canta el reloj, que por supuesto que es sólo una máquina tonta inventada por el hombre: lo decretan nuestros corazones con su propia música... Sus latidos son nuestros pasos hacia la vejez, hacia la enfermedad, hacia el retorno al barro, a la nada... Hacia la muerte. Qué bueno que sepas tantas cosas, Hali; a ver si tú también te abres un poco y consigues aprender algo nuevo: nunca pienses que has agarrado la verdad definitivamente, porque en esta vida siempre nos queda algo (mucho) por aprender, y, como tu bien dices tantas veces, hasta un niño puede enseñarnos muchísimas cosas. Bueno, por último, me gustaría que me hablaras un poco más sobre esa confrontación en la que supuestamente vivimos de continuo todos los mortales, toda esa dualidad, disputa y defensa del ego que según tú nos separa de la Eternidad... ¿Cómo podemos superar, derrotar, trascender, al ego? ¿Acaso no es ego lo que somos? ¿No te parece que sólo hay dos opciones: ser ego o ser la nada? Pues ya te digo, Hali, yo elijo tu Eternidad, ¡pero no sin mi Ego! Por el momento es todo. Un abrazo. Cuídate. Dorian.

Jesús María Bustelo Acevedo

domingo, 5 de agosto de 2012

Veinticinco de la Alegría del Dos del Eterno Presente

Hola, Dorian. Gracias por su amable carta. Como veo que eres una persona bastante joven (igual que yo, eternamente joven), permíteme que te tutee. Siempre es agradable recibir una carta así, aunque sea en el momento y en el lugar más inesperado y cuestione de una manera tan directa el valor y la eficacia de tu trabajo. Dorian, el cinismo nunca da respuestas a nada; nunca ofrece soluciones, sino una recreación, una prolongación, de los problemas. En la vida, por otra parte, nunca hay ningún problema que no sean aquellos que por propia voluntad hemos decretado que lo sean. No es aconsejable intervenir en la experiencia vital de cada uno; sin embargo, nunca puede ser malo promover doquiera una actitud positiva y constructiva en nuestras vidas; acompañada siempre, por supuesto, de un disfrute sano y profundo de aquello que resume todas las verdades: el Amor, el Amor en el Eterno Presente... El Amor, que es el Presente Eterno. Dorian, el tiempo existe si es eso con lo que de propia voluntad decidimos identificarnos; ¿qué prefieres tú: este tiempo caduco (con sus tres ingredientes que le son propios: miedo, dolor y culpa) o esta Eternidad placentera con todos sus atributos permanentes, amorosos y benéficos? Donde tú decidas, hacia allá tenderás. Incluso tú mismo identificas dónde está el dolor cuando dices: "Ojalá no existiera el tiempo, entonces no existiría todo ese dolor...". ¿Ves, Dorian? Tú no sabes lo mismo que yo: tú sabes más que yo. El que escribe no es más que un mensajero circunstancial: la sabiduría está en el que lee, él es el sujeto activo. El que escribe, escribe lo que tiene que aprender; el que lee, lee lo que ya sabe. Sabemos que en la realidad (la falsedad, desde la perspectiva del Eterno Presente) se cometen muchas injusticias: precisamente esa es la razón primordial para promover la identificación con el Eterno Presente de todos los mortales (ellos son los inmortales, pues lo mortal en ellos es aquello que ellos no son): la finalidad de construir un mundo bello, justo, bueno (un mundo que ya está construido y se llama precisamente así, Eterno Presente). No hay que añadir nada, no hay que buscar ninguna salvación, ceñirse a dogmas, mandamientos, preceptos o adoraciones... Todas esas cosas son del mundo temporal, del mundo de la confrontación; en resumen, del mundo que levanta todas esas injusticias que tanto y tan razonablemente te indignan (será en otro momento cuando hable de por qué la indignación no sirve para nada, no es fecunda ni eficiente: sólo ponerse a trabajar con fe, con decisión y entusiasmo es lo que da resultados positivos)... Ah, si yo pudiera hacer ese milagro, créeme que lo haría ya (ya es siempre). Pero acepto tu reproche: la cabeza no es lugar adecuado para el Amor, lo correcto es que el Amor vaya a la cabeza, a la cabeza desde el corazón. Un abrazo. Laverhali.

Jesús María Bustelo Acevedo

jueves, 2 de agosto de 2012

Veintidós de la Alegría del Dos del Eterno Presente

Hola, señor, me gustaría que pudiera ayudarme en mi problema y solucionarlo. Le escribo porque usted me parece una persona amable y considerada. Es verdad que ya me encuentro mucho mejor, la vida siempre ofrece generosa un placentero desahogo después de cada amargura, eso sí que es verdad. Sin embargo, esta pena sigue allí, y sé que en su momento volveré a sentir sobre mis hombros todo el peso de su cruz... ¿Por qué dice usted que el tiempo no existe? ¿No ve cómo gira el segundero o cómo lo hace la Tierra en torno al Sol? Ah, ojalá no existiera el tiempo, entonces no existiría todo ese dolor, ni todo ese placer que me lo anuncia. ¿Es esto todo ficción, una creación de mi mente infantil, enrevesada y perecedera? ¿Lo que nos es propio de nosotros los mortales que no disfrutamos de ese fantástico paraíso de los de su tribu, esa República del Infinito? ¿Y qué es eso del Eterno Presente? ¿Una huida de la realidad inexorable del tiempo? Yo lo veo como un consuelo reconfortante, que por supuesto tiene todo el derecho del mundo a tener... En fin, con todos mis respetos, no veo que esas fantasías (ingeniosas y entretenidas) puedan serme de alguna ayuda a la hora de resolver mis problemas... ¿En el Eterno Presente no se lapidan homosexuales? ¿O tal vez el asunto está en cerrar los ojos y no echarle cuenta? Y el hambre y tantas injusticias, ¿no se dan en el Eterno Presente? Porque por aquí por el Presente Común no hay manera de erradicarlos... ¿Allí todo es justicia y felicidad? ¿Y por qué no se saca de su cabeza ese maravilloso Eterno Presente donde siempre impera el Amor, la Bondad y la Alegría y nos lo ofrenda a todos, a todos esos a los que usted llama mortales, a todos nosotros, los simples humanos, que tenemos esta perenne "minusvalía" de morirnos cuando el destino o el capricho del tiempo lo decretan? Así podríamos disfrutarlo todos, ahora y siempre. Eso sí que sería un gran acto de Amor. Cuídese. Un abrazo. Suyo, Dorian.

Jesús María Bustelo Acevedo