¿Por qué soy yo un orgulloso, un vividor y un sinvergüenza? Probablemente porque tengo buen corazón y amo la vida. Cuando te levantas con alegría, ya estás entre sus brazos para toda la jornada. Si quieres clavar puntillas, aparece el martillo. Si quieres cantar tus versos, las palabras vienen a ti. Y si no sirven, las inventas. Porque faltan millones de palabras por inventar para que todos los mortales dejen de serlo en el Eterno Presente. Las palabras viejas también mueren como mueren los mortales, porque están llenas de tristeza, confrontación y "resentimiento" (más bien, dessentimiento, porque los sentimientos, simples o dobles, sólo nos dan alegrías). Con las palabras viejas se mantiene lo viejo, y lo paradójico es que lo hacen quienes pretenden enterrarlo. Con las palabras nuevas, se despierta lo eterno, despertamos a lo eterno, y la piel de las almas comienza a mudarse para abrazar la Eternidad. Y en ella habitan quienes son orgullosos de ser lo que son, porque el orgullo no hace daño a nadie: sólo a quien lo envidia. Mas a quien envidia lo hiere su carencia, no la abundancia del prójimo. Hay que sentirse orgullosos de la Vida, del Amor, de Dios y de la Alegría... Orgullosos hasta de la humildad. La humildad sólo tiene dos palabras: no sé, y ellas son la llave que nos abre todas las puertas de este Infinito sin llaves y sin puertas. Allá disfrutan en su pureza y simplicidad todos los vividores. Los mortales que desprecian la vida cargan esta palabra de negatividad, una negatividad que acaba con las suyas, por no querer ser vividores (los que aman y disfrutan la vida). Somos vida, por lo tanto el mortal negando la vida se niega a sí mismo... y muere. Todo el Universo nos apoya y su abundancia es nuestra abundancia, ¡qué gran orgullo poder ser con él este Universo tan rico y tan sabio! Es la Armonía con su Riqueza lo que nos hace ricos a todos. Y esa Riqueza es tuya cuando sabes pedirla sin vergüenza. La vergüenza es el miedo de uno mismo hacia los demás: "Hay cosas horribles en las almas que debemos reprimir porque somos seres pecaminosos, putrefactos, enemigos de la vida y del bien común"; entonces la vergüenza desactiva esa supuesta malicia de la que estamos confeccionados. Mas ese es el lenguaje de quien desprecia la vida. Puesto que en nuestra Inocencia somos Bondad, Belleza y Libertad, puesto que somos tan humanos como divinos en el Eterno Presente, puesto que somos orgullosos vividores, podemos proclamar gozosos que somos los grandes sinvergüenzas de la Vida y del Amor que en el Edén de esta República del Infinito se entregan felices a la danza de la Vida... De la Vida que somos, sin esos añadidos que son el sinvivir de la no-vida que atormenta a los mortales. Y sin ellos somos el Eterno Presente, el Paraíso.
Jesús María Bustelo Acevedo
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