Se me ha pasado todo el mes de la Fraternidad, y aunque no haya dicho una sola palabra de sí, no por ello he dejado de estar consigo mismo y colmarme de cuantas bendiciones deja en mi corazón. Lo bueno del Eterno Presente es que nada termina nunca si es verdaderamente benéfico como lo es todo lo que huele a Inmortalidad. Porque tampoco tiene principio lo que siempre permanece, aunque no sea siempre sino Ahora. La ilusión, la fantasía, el engaño, la falsedad en la que los mortales se veían forzados a vivir (aunque la verdad, la más grande de las patrias y la única que no precisa de soldados) estuviera siempre (Ahora) en sus corazones. Los personajes se imponían a las personas bajo la paradoja de que aquellos eran tan falsos como ciertos los otros. Como si creyéramos ser la réplica de algún ser que habita en los espejos, ese que tanto se asemeja a su contrario. Pero ahora, Ahora, no anhelamos ningún ahora porque somos el ahora, y lo somos ahora, Siempre.
Jesús María Bustelo Acevedo
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