viernes, 3 de agosto de 2012

Veintitrés de la Alegría del Dos del Eterno Presente

En la tercera lección del Curso de Eternidad nos encontramos con el Ahoraqui; o mejor, ella se encuentra con nosotros. Reconocidas nuestras Supervalías e implementadas en la Ahoracción, la lógica natural nos pone, no de frente ni al lado ni sobre ni debajo, sino en el Ahoraqui. El Ahoraqui es una creación, una invención, una fantasía, que sin embargo alude a una realidad: la fuga del alma del tiempo y del espacio (otras invenciones), la toma de conciencia de su Eternidad (donde en realidad habita ahora y siempre, aquí y en el Infinito), el reconocimiento de su Plenitud lejos de sus circunstancias, su Presencia en su Esencia. El Ahoraqui no tiene tamaño ni forma ni color, ni nace ni muere, ni envejece ni desenvejece, no es aburrido ni milagroso: es pura Naturaleza. Evidentemente sí que es milagroso a los ojos de quien ni siquiera se estremece ante el Milagro de la Vida; pero en su esencia no es ningún fenómeno sobrenatural: es un fenómeno, ya lo he dicho, natural, pura Naturaleza. La Naturaleza no es sólo árboles, pajarillos, riachuelos, verdes prados o montañas nevadas; la Naturaleza es Amor pleno, puro y eterno. Y es de eso de lo que estamos hechos todos. Lo demás es literatura: juegos o desjuegos, namasque. Juegos de semen o de cemento, y sobre todo de miedo, culpa, dolor y victimismo. Sin estos cuatro intrusos, ¿qué otra opción le queda al hombre sino ser todo Amor? Cuando el Ahoraqui nos ofrenda todas sus enseñanzas (infinitas), entonces ya no existe y las almas están despiertas en el Eterno Presente para no abandonarlo jamás. El Ahoraqui es como un chiste, porque siempre es el Ahora y siempre es el Aquí, pero ambos conceptos se unen dando sus frutos en tu propio corazón. El Ahoraqui es como el vuelo de un ave... ¿Dónde está? ¿Qué es? No es el aire ni lo son sus alas. Es como la sonrisa de un niño. No es su boca ni su alegría. Como una oración; ¿qué es una oración? No son palabras ni silencios, no está en el tiempo ni en el espacio, no es corpórea ni incorpórea. La esencia de todo ello es el Eterno Presente y es a él al que inevitablemente nos conduce. El Ahoraqui nos descubre el mundo real, el que en verdad siempre nos alberga.

Jesús María Bustelo Acevedo

No hay comentarios:

Publicar un comentario