miércoles, 15 de agosto de 2012

Siete de la Belleza del Dos del Eterno Presente

Ser Real es abrir tu corazón a un Mundo Nuevo, un Mundo Nuevo que es la Verdad de Siempre, tu verdadera identidad, Tú Mismo. Descubrir que eres Naturaleza, como el oxígeno que mantiene vivo tu cuerpo, como las estrellas que ves arriba pero están en el fondo de tu corazón, como la Música que ornamenta el tiempo con la perenne atemporalidad de su Belleza. En la cuarta lección del Curso de Eternidad tratamos el tema de la Desinnaturabilización. Puesto que somos seres naturables por nuestra propia esencia permanente, y es allí donde habita nuestra inmortalidad, debemos, con la intención de abrazar nuestra Eternidad, el Eterno Presente de la Vida, volver a identificarnos con nuestra condición de Naturaleza. La "Humanidad" piensa que ella en una y que la Naturaleza es esa cosa verde con animalitos que está por ahí afuera. Pero Naturaleza somos todos, ya se ha dicho, tanto las piedras, como los planetas, como las mujeres y los hombres: todos somos el Alma de la Naturaleza. La socialización artificial nos innaturabiliza y nuestra única respuesta ante esta huida de nuestra propia condición, de nuestra Felicidad, es la Desinnaturabilización. Por supuesto, la sociedad no es que sea "mala" de por sí. Nada es malo, tan sólo un mal uso o una mala percepción de algo es lo que provoca una ausencia en el bien que puede ofrendarnos. Todo lo creado en el Mundo son siempre bienes por su Naturaleza (nunca mejor dicho, Naturaleza). El ser humano tiene la capacidad de crear y crea sociedades, pero en lugar de servirse de ellas para gozar de su Felicidad, se vuelve su esclavo, su sumiso sirviente y prisionero, como si esa sociedad fuera una verdad absoluta y no un instrumento creado por él para su propio beneficio. De ese mal uso, de esa mala percepción, devienen la miseria, el hambre, la necesidad, el sufrimiento... Por eso debemos desinnaturabilizarnos, volver a saber, sentir y afirmar, que somos Naturaleza por la Gracia de Dios, que somos Dios por la Gracia de la Naturaleza.

Jesús María Bustelo Acevedo

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