viernes, 13 de julio de 2012

Dos de la Alegría del Dos del Eterno Presente

Pobre reloj, las manecillas de sus brazos no pueden atrapar al Presente, ellas no saben abrazar la Eternidad... Por eso son manos sin amor. En el Eterno Presente no hay relojes, ¿como iba a existir aquello que mide lo que no existe? En el mundo de los mortales tampoco hubo nunca surengatres y jamás se preguntó nadie por qué. Gracias a Dios, los relojes no son seres vivos, aunque algunos mortales cambien por ellos sus corazones; sus propios corazones, que son lo mejor que tienen. En lugar de seres vivos, eligen ser seres bobos. Prefieren ser relojes que nadan en el mar de la nada que no conduce a ningún puerto. El que nada no se ahoga, pero cuando se cansen ¿quién podrá evitar que se ahoguen? Sólo puede asirlos la mano de Dios que albergan sus propios corazones. El tiempo gira, gira, gira, pero nunca avanza...¿Olvidaron los mortales todo el mal que hicieron esas otras ruedas que también giraban? El tiempo gira, gira, gira, como los electrones, pero ¿desde cuando bailan los electrones? Sólo las almas saben bailar, sobre las aguas y sobre las estrellas. En los mares del tiempo, sólo sé que no se nada, eso dice el Espíritu Sabio. Yo no lo sé, pero si no se nada ¿por qué nadar? El tiempo no es más que una enorme mentira que comienza en Adán y termina en su espejo, la nàdA.

Jesús María Bustelo Acevedo

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