lunes, 4 de julio de 2011

Veintiuno del Amor del Eterno Presente

Todo sigue igual en nuestra dichosa República, el Eterno Presente no se aburre con nosotros; ¿cómo iba a aburrirse?: Somos lúdicos, jocosos, divertidos, cariñosos, comprensivos, olvidadisos... Nos olvidamos hasta de que se escribe con zeta, pero no nos importa, esas pequeñeces sólo eran importantes en la vieja época, cuando había que buscar, aunque fuera con una lupa, de qué pie cojeaba tu compañero o compañera. Aquí y ahora todos somos perfectos, porque tenemos Amor, y el Amor es lo único que mueve la vida en la sencillez de su perfección; la mueve o la deja quieta y sumergida en su divina serenidad sin que nada de nuestro Universo cese en su danza permanente ni el brillo de su sonrisa eterna pueda apagarse nunca. El Eterno Presente nos ha llegado para todos, nadie es ajeno a él, porque en realidad ha estado aquí siempre con nosotros; lo que no estaba era sólo aquello que aparentaba estar. El Eterno Presente no es un movimiento, ni una filosofía, una nueva secta de esas peligrosas (como aquellas que antaño solía serlo pero para los privilegiados que tenían tanto poder como falta de Amor), no se trata de algo que algún listillo ha descubierto, ni de ningún invento o experimentación, tampoco es la negación de ninguna evidencia aunque sí lo sea para los que vivan presos de esa evidencia... pero no para siempre: nuestra única condena segura es la del Amor y la Libertad. El Eterno Presente forma parte de todos, porque es aquello que nos une y nos engrandece, es todo aquello ajeno a los juegos de la ilusión, aunque la ilusión de jugar sea un mandamiento ineludible en esta República del Infinito. El Eterno Presente comienza a susurrarnos sus primeros mensajes cuando somos concientes de que no somos quienes creíamos ser, ni lo somos ni tenemos por qué serlo; nos aferramos a lo que no somos con la esperanza de alcanzar la felicidad, la alegría, la serenidad, el poder, el amor, el bienestar... La gran paradoja es que cuando dejamos de aferrarnos contemplamos que lo tenemos todo tan sólo con tener Amor, que es la fuente (y una fuente infinita) de toda dicha, todo placer y toda alegría. Por eso nosotros, los ciudadanos de la República del Infinito en esta Era del Eterno Presente somos los seres más ricos del Universo.

Jesús María Bustelo Acevedo

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