viernes, 8 de julio de 2011

Veinticinco del Amor del Eterno Presente

En el Eterno Presente el Humor es el pan nuestro de cada día, pero siempre Humor con Amor, no podría ser de otra manera. No es como en los viejos tiempos, cuando el humor sarcástico y malintencionado era la trinchera de los cínicos, envidiosos y resentidos, donde daban rienda suelta a la par que desperdiciaban su admirable, minucioso e inigualable talento. Cuando interpretas tu personaje, estás lejos de la verdad, así que ya no te vale de nada todo el talento y todo el talante que tengas. Los hombres y mujeres de la Tribu de la República del Infinito no se mueren nunca, y lo más divertido de todo es que no se trata de un chiste: es la realidad. No es que no queramos morirnos, o neguemos aquello que otros consideran una evidencia, la evidencia de la Muerte; es que, simplemente, no nos morimos: en el Eterno Presente nadie puede morirse, ¿cómo te ibas a morir si tuvieras que estar muriéndote eternamente? Si te toca estar muriéndote eternamente, relájate y disfruta viviendo tu vida eternamente, eso sí que es una evidencia. El Eterno Presente no son ideas para negarlas o reafirmarlas, la verdad no necesita de apologetas: sólo las mentiras necesitan de ellos, es más, se nutren de ellos, como vampiros que te lo chupan todo y que para colmo ni siquiera existen, pobrecillos. Pobrecillos los apologetas, no los vampiros, por supuesto. La buena noticia es que la mentira nunca lleva a ninguna parte que no sea regresarte a la Verdad; así que si no tienes ninguna necesidad de mentiras, no te lo pienses y hazle caso a tus sentimientos: abraza la Verdad, y es tan importante que la abraces como que sea la Verdad: la Verdad nunca se afronta, ni se enfrenta, ni se asimila ni se encara, la Verdad sólo puede abrazarse porque por encima de todo es Amor. El Amor es el alma de la Vida y cuanto más lo comprendemos más nos sumergimos en la maravillosa felicidad del Eterno Presente.

Jesús María Bustelo Acevedo

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