sábado, 30 de julio de 2011

Diecinueve de la Alegría del Eterno Presente

Ya hemos pasado esa mítica cifra de los cuarenta días en esta brillante y feliz Nueva Era. Este luminoso mes de la Alegría nos llena el alma de serenidad, de tiernas sonrisas y de inconmensurables desafíos. Los desafíos del Eterno Presente siempre están cargados de un júbilo infinito porque ya llevan en su interior y en su exterior el germen y el vestido de una victoria impresionante. Sabemos que el Alma no está presa de ningún cuerpo, que vuela más allá de las constelaciones de un universo a otro acariciando con sus alas toda la generosa luz de las estrellas. Valor, Placer, Sencillez... Arrojo, Dicha, Inocencia... En el Eterno Presente tan sólo existen seres auténticos que saben cuidar las herramientas del idioma como saben usar otras herramientas aún más sutiles y valiosas que el lenguaje de los mortales; en el Eterno Presente tenemos únicamente palabras límpidas e infinitas formas de expresión que no tienen palabras y nos llenan las almas de abrazos bondadosos e inefable ternura compartida. Todo aquello que no repercuta en el gozo de nuestra República, la República del Infinito, queda enterrado en el pasado, quizás en los viejos corazones, aquellos remotos personajes que caminaban una y otra vez por los amargos senderos despreciando siempre la dulzura de abandonarlos despertando sus alas y abrazando las estrellas. En el Eterno Presente siempre caminamos desnudos al abrigo de la Verdad, ese dios que mora en todas las almas sin que esté ausente en ninguna, que no entiende de palabras ni conceptos ni razones, que tan sólo se expresa cuando se expresa el Amor.

Jesús María Bustelo Acevedo

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