miércoles, 5 de septiembre de 2012

Veintiocho de la Belleza del Dos del Eterno Presente

Hola, Laver, what's up? Por acá, todo bien; ya llega el otoño, una estación con la que me identifico plenamente, una estación que va a lo suyo, sin meter las narices en los asuntos de los demás, se pega su baile de hojas secas y hasta el año que viene. ¿Qué pasa? Hay quien tiene seco el corazón y el cerebro y nadie le dice nada. En fin, Hali, si no fuera por las simplezas que te acabo de leer sobre la libertad y la obediencia, estaría la mar de contento, risueño y despejado; sobre todo por mi matrícula de honor en Readance (ya sabes, consiste en leer mientras bailas y luego te examinan sobre lo leído). Todavía ando un poco asfixiado de la marcha que me pegué, y aun así me empapé bien de la lectura, como puedes comprobar con mis notas. En cuanto a lo tuyo, ya ves, este es el mundo en que vivimos, donde el morbo de un bretón tiene mucho más gancho que la verdad de un andaluz. Pero después de leerte, yo que tú presentaría tus verdades a los Paralímpicos, porque cojean bastante. En fin, será que no les encuentro las supervalías, las cosas de los mortales. Y es que no te puedo perdonar que al final tu interesante curso desemboque en un manido obedecer a Dios. Bueno, ¿y dónde está ese dios?, ¿cómo hago yo para meterme en tu cabeza y charlar un rato con él? ¿Cómo podemos ser auténticos creadores si sometemos la voluntad a la de Dios? ¿Dónde está la libertad, si al final es prisionera y dependiente de esa obediencia? ¿O acaso nuestra voluntad, nuestra libertad, comienza y acaba fuera de nosotros? Ya, sé lo que me dirás, hablarás de la armonía entre las voluntades divinas y humanas; o sea, que todo se reduce a esperar a que ambas encajen, vamos, que es cuestión de tiempo (!). La verdad es que yo no velaría tan cerca del Sol, pues puede ser que te quemes... Es broma, Hali. Lo que sí es gracioso es eso de que yo te creo a ti (qué arte tienes, pisha); entonces, ¿quién me crea a mí? Ah, claro, cualquiera que me esté leyendo. Volviendo a tu curso, parece que los superhombres andáis superempanaos, porque se te ha pasado una de las lecciones. O a lo mejor es que no hay quintos en el Eterno Presente, como es el Reino de la Paz... Aunque conociéndote, no creo que sea algo involuntario. Vamos a ver cuál es la sorpresa que nos guardas con esa quinta lección... Por mi parte, aquí te dejo, Hali, gracias por todo y suerte por esos caminos que te construyes... Justo ahora me sobreviene un mal presentimiento, una certeza de fin inevitable que habrá que aceptar como quien abraza la nada de la muerte; aunque seguramente tú tan sólo dirías que yo me construyo mi mal por propia voluntad. Un abrazo. Dorian.

Jesús María Bustelo Acevedo

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