miércoles, 4 de julio de 2012

Veintiuno del Amor del Dos del Eterno Presente

Estrellas infinitas de colores, ocultas en los zapatos de los niños más risueños. Daban miedo, pero sólo en los tiempos del miedo, un miedo y un tiempo que son una falsedad. Seres fantásticos, y al mismo tiempo, universos que albergan miríadas de habitantes felices. En los tiempos de los poetas de culos cuadrados, todos huían despavoridos, señalando a las criaturas con gesto severo, marcando en cada arruga toda una historia de terror y represiones, de lotería que ahoga el poder inconmensurable de cada corazón. Y esos dedos que apuntaban tan sólo gritaban una cosa: sois mentira y sólo el rebaño es verdad... Ese rebaño que pisotea las estrellas infinitas y el poder de los corazones. Mas no hay sitio para el rebaño en el Eterno Presente, donde todo es Armonía y Libertad. El único rebaño es el que te limpia doblemente de todos los rebaños. Los rebaños sólo caminan, comen y duermen; no saben danzar y éste es el principio de las almas eternas. La danza es el mejor de los caminos. Nos lo enseñó una mujer cuando creó la vida, la vida de verdad, la de los ángeles de la República del Infinito a los que las mentiras del tiempo y del espacio de los mortales no pueden corromper; esos que extienden sus alas y regresan con los zapatos llenos de estrellas de colores.

Jesús María Bustelo Acevedo

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