martes, 26 de junio de 2012

Trece del Amor del Dos del Eterno Presente

Amanece y anochece en la República del Infinito, y es cuando cruza la Gran Espiral que retorna sobre sí misma conformando un círculo mágico que alberga el germen de un gran misterio. Es el Ombligo de Dios y una semilla tan diminuta que nadie puede verla, lo inconmensurable puesto del revés, el corazón de una cruz que no es cruz de muerte sino de vida, cruz de amor, cruz de destino felizmente inevitable... La Verdadera Cruz. La Cruz de la Verdad no se puede manchar de sangre, sólo está en el vuelo del ángel, en la risa del niño, en este Ombligo de Dios... Abre sus brazos en dos caminos inmensos que parecen distanciarse para siempre; mas son como los brazos que se separan para abrazar con amor. Dos caminos que son los flancos de un único sendero, sendero en el que sólo con arte se puede progresar. Y es allí donde danzamos con una fe renovada y vieja; vieja como la Vida, nueva como el Amor... Suena un eco, una voz humana desde un lugar muy lejano, remoto, desde una tierra que no existe... Y tiene una gran belleza, cierto, pero no es la Verdad. Mi Verdad está en las cumbres y está en las estrellas porque es allí donde están las almas que viven eternamente. Eternidad no es porvenir, sino Presente. Sólo el Presente es Eterno y sólo él es Paraíso. El eco no existe porque cada palabra vuela perennemente al infinito en su nave sonora. El eco eres tú mismo desde afuera porque lo de afuera es lo de dentro. ¿Y qué es dentro? Dentro no es nada, sólo una palabra, una herramienta, un martillo para clavar puntillas donde colgar tus cuadros bonitos o feos. Pero todos esos cuadros están afuera. ¿Y qué es afuera? Tus cuadros, tus obras, tú.... Porque el eco no existe. En uno de ellos sonríe el Dios del Ombligo que hace sonar su Trompeta de la Paz. Toda su música invade el Universo, que danza al son de su belleza, de su ternura y de su alegría. Amanece y anochece en la República del Infinito pero sólo porque no hay palabras que puedan transmitir lo que aquí está sucediendo, todo el Amor que nos une y toda la Armonía que gobierna nuestros corazones.

Jesús María Bustelo Acevedo

No hay comentarios:

Publicar un comentario