sábado, 18 de junio de 2011

Cuatro del Amor del Eterno Presente

Aquí estoy de nuevo, siguiendo con este querido Diario de un Superhombre Cualquiera, que de la noche a la mañana ha aparecido en mi vida, con lo tranquilo que estaba yo ocupándome de las cosas importantes. Pero bueno, el Diario es lo de menos, lo esencial, que es inservible a los ojos, es que ya estamos en el cuarto día de esta nueva y maravillosa Era del... ¿Cómo era, Jesús, que se me olvida...? Ah, eso, Era del Eterno Presente; lo que pasa es que me voy al pasado y al futuro sin querer y no estoy en lo que ahora toca, el Eterno Presente, claro. De momento no va mal la cosa, en sólo tres días ya hemos tenido hasta un eclipse de Luna (en el Eterno Presente la Luna siempre va con mayúsculas; las cosas importantes, siempre con mayúsculas, al menos en su inicial; las intrascendentes, dogmas, ismos, partidos políticos, grupos terroristas, nombres de bancos, productos comerciales, etc, etc... van siempre con minúsculas, cuanto más minúsculas, mejor). Pues eso, volviendo al Eterno Presente me llama la atención algún que otro movimiento que hay por ahí con iniciales que se refieren a una fecha concreta; está muy de moda últimamente: 11M, 11S, 30F... ¿30F? ¡Ah, no, que ese no existe! En fin, ¿qué más da? Ya no existe ninguno: estamos a Cuatro del Amor del Eterno Presente. A mí los que me gustaban eran esos chicos franceses, no me refiero a los de Mayo, sino a los de la Bastilla: éstos no se andaban con rodeos, inventaban hasta un nuevo calendario y reorganizaban toda la sociedad en cuanto fuera posible. Claro que su sueño duró poco... Llegó el de la mano en el pecho y a todos los puso derechos... En realidad no duró tan poco, fue una semilla que dio sus frutos y los sigue y seguirá dando. Hay cosas que duran poco para que duren eternamente en nuestros corazones. Así es la locura de Nietzsche, una locura que vale la cordura de muchos hombres y mujeres del Futuro.

Jesús María Bustelo Acevedo

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