domingo, 20 de mayo de 2012

Seis de la República del Infinito del Eterno Presente

Usamos nuestro poder, porque nuestro poder no agrede a nadie, a nadie manipula, a nadie limita, a nadie mutila o empobrece. Al contrario, el Poder es la expresión más auténtica del Amor, aquello que a todos nos enriquece, que vuelve posible lo imposible, visible lo invisible y perenne todo aquello que nos hace felices. El Poder no es la expresión de un hombre acomplejado, envidioso y preso de las más torpes ambiciones... Si ni siquiera puede liberarse de ellas, ¿qué Poder iba a albergar? El hombre viejo y caduco llamaba poder a lo que no lo era porque no podía aspirar a nada mejor. Pero en el Eterno Presente las verdades no están para combatirlas o negarlas, porque entonces no lo serían. El Poder no es agresión ni rebelión... ¿Rebelarse contra qué, si todos somos Dios? Lo que está afuera es lo que está adentro, así afirmaban voluntariosamente quienes querían crecer y liberarse de los engaños. Y así es, nuestro interior está en todas partes, es infinito, eterno, y no hay lugar ni deslugar que no quede pleno de su esencia. Espacio y tiempo son sólo dos valores caprichosos entre millones de valores posibles, pero el hombre viejo y caduco apenas llegaba a comprender esos dos... ¿Cómo iba entonces siquiera a empezar a comprender los millones restantes? Nuestro Poder sí puede comprenderlos y jugar con ellos en el patio de la escuela como niños que disfrutan del recreo, de un recreo que nunca se termina, donde no hay muros ni leyes ni dogmas, porque estos son los valores de quienes no tienen más valores que los que les ofrece su rendición al tiempo y al espacio.

Jesús María Bustelo Acevedo

No hay comentarios:

Publicar un comentario